“El esquivo verano de William Ospina” Entrevista al autor de “El año del verano que nunca llegó” | Por Alberto Rivera





“Fue a mediados de septiembre de 2010, estando en Buenos Aires, cuando empezó su camino de azares, de sombras y de luces. William Ospina se dispuso, inmovilizado por una tormenta en el hotel, a verificar en internet la escritura correcta del complicado apellido de Mary Wollstonecraft, cuando se encontró repasando con avidez la vida de la autora de Frankenstein, que lo llevó a su marido Percy Shelley, que lo llevó a Lord Byron, que lo llevó a John William Polidori, y los cuatro a Villa Diodati, a orillas del lago Leman, donde estos personajes coincidieron, en parte por el destino y en parte Claire Clairmont, hermanastra de Mary, la noche que duró tres días del 16 al 19 de junio de 1816. La historia de este encuentro en esa noche inabarcable, en la cual se concibieron El vampiro de Polidori y el Frankenstein de Mary Shelley, se apoderó de tal manera de Ospina que a medianoche estaba ya leyendo sobre ‘El paraíso perdido’, pues Milton también había inspirado su poema en la misma Villa Diodati, en 1638, cuando estuvo visitando a Galileo Galilei, en Pisa”. [Dasso Saldívar, publicado en El Tiempo].

AR: Dasso Saldívar en la reseña de la novela dice que usted “se había ido afantasmando a medida que perseguía a sus personajes” para construir estas páginas donde lo encontramos recogiendo recuerdos y nostalgias […]

WO: Esta historia se ha contado muchas veces y de maneras distintas en la literatura, en el cine, en la música, en las historietas, pero sentí desde el comienzo muchas cosas qué investigar, muchos enigmas que interrogar y misterios para tratar de resolver, por lo menos tratar de seguirle el rastro a los personajes, entonces creo que primero fue la obsesión de carácter personal y luego la convicción de que eso tenía algún manejo literario, recogido en un libro; pero todo el tiempo estuve buscando la manera de hacerlo y fue un libro que se fue haciendo en la medida de la búsqueda y me fui sintiendo cada vez más involucrado no solo en términos personales sino en términos literarios, es decir, no solo me convertía en el rastreador de la historia en términos físicos sino en el creador de la historia en términos literarios y eso me fue convirtiendo no diría en un personaje de la novela, pero si como bien dice Dasso Saldívar en uno de los fantasmas de la novela.