Foto Wilfred Arias
Por Juan Carlos Díaz M.
Aquí hay gente de El Carmen de Bolívar, San Jacinto, Tierralta, Chalán, San Onofré, Apartadó, Carepa, Lorica, San Juan, Sahagún, entre otras poblaciones, que se apelotonan en ranchos rodeados de basura y excrementos, bajo un calor que casi nunca baja de los 35 grados.Por eso, dicho a la manera de cada región, con el sarcasmo que cada uno le imprime, pero con la misma carga emocional, lo que se escucha de los labios de los habitantes de este barrio es una constante desilusión, a veces con algo de rencor, cuando al día siguiente ven los titulares de los periódicos o en la pantalla del televisor a los extranjeros bailando cumbia o encajándose un sombrero vueltiao y hablando sobre las muchas cosas que hay qué hacer por el Nelson Mandela.
“Eso es pura propaganda”, dice Naser Díaz Gómez, un acucioso líder cívico que dice no tragar entero y quien el pasado jueves, durante la visita del presidente alemán, Horst Köhler, protestó porque el mandatario llegó en carro a la escuela del sector y allí se quedó sin salir a mirar la realidad del barrio hasta que salió de nuevo en el mismo auto rumbo a la ciudad formal.“No entiendo por qué cuando llegan esas personas ilustres no los sacan del colegio grande para que vean las aguas putrefactas en las que vivimos y el hambre que pasamos. La verdad, no sé a qué vienen”.
La reacción de este líder comunal no es la única. Numerosos pobladores han empezado a considerar que las visitas de grandes personajes lo único que producen son fotos en los diarios y manifestaciones de lástima que no se cristalizan en ayudas o en cambios. En los últimos dos meses, al Mandela lo han visitado un premio Nobel de Literatura, Wole Soyinka, y el presidente del país que tiene la tercera economía más grande del mundo. Ambos, según los pobladores, se fueron dejando una estela de esperanzas que tal vez nunca se hagan realidad.En años anteriores, varios presidentes y primeras damas de Colombia, como Nohora Puyana de Pastrana y Ana Milena de Gaviria, visitaron el sitio y prometieron ayuda. Muy pocas cosas han cambiado desde entonces. “Inclusive, cada día estamos peor”, asegura el líder Díaz.
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